lunes, 20 de febrero de 2012

DOS DISFRACES

   A doc, que me recordó que también tengo este blog y a Madame, porque sé que estas cosas le gustan mucho.

   Mañana es martes de carnaval. A punto de sumergirnos en los rigores que doña Cuaresma nos impone, el carnaval es desahogo, es diversión, es… aparentar lo que no somos. Es el disfraz de la vida y buen momento para contar el relato de una mascarada. 

   Lo escuche hace varios años en un programa de entretenimiento de una emisora de radio. No sé el nombre del autor; ni siquiera recuerdo que se dijera durante el programa. Solo recuerdo, a grandes rasgos, la trama. El cuento era más o menos así:

   El invitado hacía la entrada en el salón donde se celebraba la fiesta. El lujo causaba impresión. Grandes cortinajes cubrían los muros del gran salón y estaba muy bien iluminado. Cuatro grandes arañas, de las que pendían como lluvia innumerables lágrimas de cristal, que multiplicaban con sus reflejos la luz de las bombillas, daban gran claridad al escenario; pero a pesar de la abundante luz, de que veía perfectamente las figuras de los invitados, no reconocía a nadie. No le importaba, al fin y al cabo, sabía muy bien que tampoco él iba a ser reconocido. Esa era su pretensión, pasar desapercibido.

  Había sido invitado a aquella fiesta de disfraces pese a no conocer demasiado a los dueños de la casa, pero había decidido asistir porque las fiestas de disfraces le divertían enormemente y además hoy estrenaba disfraz. Podía ver a los asistentes ataviados con todo tipo de atuendos, algunos de gran extravagancia; sin embargo –y esa era su alegría- nadie se fijaba en él. En su difuminado rostro se reflejaba una sonrisa de triunfo. Realmente su disfraz era original, mejor que cualquier otro. No sólo iba disfrazado de fantasma, se había convertido en uno auténtico. Nadie le miraba, porque ni siquiera le veían. El camarero que distribuía las copas de champán entre los invitados estuvo a punto de tropezar con él. De no haberse apartado a tiempo, la enorme bandeja hubiera rodado por el brillante suelo.
      De pronto escuchó una voz, que parecía hablarle:
      ─ Es una fiesta muy animada. ¿Ha llegado usted hace mucho?
      ─ Cómo es posible –pensó– que alguien me hable, si nadie me ha visto.
   Giró la cabeza, pero sólo vio el espacio vacío. Nadie estaba allí. El invitado pensó que era su imaginación la que le gastaba aquella broma. Al fin y al cabo, nada en aquella fiesta era lo que parecía ser. Dio un paseo por el salón y al fin se detuvo en el extremo opuesto de la sala.
      De nuevo escuchó la misma voz, pero no logró entender lo que le decía. Irritado, pareció comprender: no era su imaginación, se trataba de otro invitado que había tenido la desfachatez de disfrazarse también de fantasma, un farsante.
      Volvió a escuchar la voz.
    ─ Ha tenido usted una idea excelente disfrazándose así. Ha sido muy original.   
      No podía creer aquello. Aquel impostor había copiado su disfraz y ahora trataba de burlarse de él.
 ─ Gracias, – contestó con cierto tono de enfado–
 ─ Y usted –preguntó en un intento de hacerle creer que realmente le veía, que el único ser traslúcido, que el único expectro allí presente era él– ¿de qué se ha disfrazado?
     ─ De espejo, naturalmente.

5 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Ay, monsieur, qué bueno! Muchísimas gracias! Sí que me gusta todo este asunto del carnaval y los disfraces, bien lo sabe usted, y he disfrutado enormemente de un relato con un final tan ingenioso.

Buenas noches

Bisous

Katy dijo...

Que divertido Dlt, me ha encantado. A mi no me gustan los disfraces desde luego, ni de niña, mis hijos se habían disfrazado de fantasma pero esto del espejo tiene mucha imaginación.
Un abrazo y feliz martes. A ver cual va a ser el disfraz elegido:-)

Anónimo dijo...

:)Me gustaría abrazar también al doc por recordarte la miscelánea :) Es una historia deliciosa. Un beso.

Por favor, por favor, por favor, quitad el captcha ese o como se llama eso que dice demuestra que eres un humano para comentar....

Colotordoc dijo...

;D Gracias por la dedicatoria.

Una historia que me hizo reir, con un final...inesperado ;D

La vida es un carnaval...hay que ponerse la máscara muchas veces...

Martes de carnaval y yo de guardia

julia rubiera dijo...

miles de gracias por regalarnos tan bella historia, muchos besinos con todo mi cariño y feliz inicio de semana.

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